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De los itinerarios medievales a las rutas de senderismo

La red de vías medievales

La red de vías medievales estaba formada por caminos a menudo en mal estado, de los cuales algunos, que se superponían sobre las antiguas vías romanas, se convertían en grandes rutas debido al importante flujo de población que las utilizaba. Por el contrario, una gran ruta podía convertirse de nuevo en un simple camino en la medida en que esta dejase de ser utilizada.


En definitiva, una ruta medieval era en esencia una vía por donde la población solía pasar. La frecuentación de un itinerario dependía del estado de la vía, de la presencia de infraestructuras que facilitaban el paso (puentes, transbordadores, etc.), de alojamientos, de peajes, de puntos comerciales neurálgicos, de la existencia de una zona insegura, de rumores de epidemia, etc.

Teniendo en cuenta que el estado de un camino, al igual que el estado las corrientes comerciales, estaba sujeto a cambios y modificaciones, podemos considerar que del siglo V al siglo XVIII las vías de comunicación constituían una red “viva”, en evolución constante, aunque algunos itinerarios mayores hayan podido imponerse.

 

Parece evidente que nunca existieron rutas específicamente previstas para los peregrinos, al menos en Francia. No obstante, algunas donaciones para financiar, por ejemplo, la construcción de un puente, adquirían una dimensión devota, para facilitar el paso de los peregrinos. Estos representaban en efecto un elemento muy importante de la circulación viaria.

Los peregrinos escogían el trayecto más seguro y, nada más salir de su casa, intentaban llegar a una gran vía de circulación lo antes posible, donde podían encontrar servicios hoteleros y hospitalarios, la protección de las murallas urbanas durante la noche, y limosna si fuese necesario. Sin embargo, los peregrinos no dudaban en desviarse del camino para visitar un santuario famoso o unas reliquias milagrosas.

 

¿Caminos históricos?

En la Edad Media no existían los “caminos de Santiago de Compostela”. Sin embargo, sí encontramos menciones al Camin Roumieu o Camin de Sanct Jaume en numerosos textos del Mediodía francés.

 

El peregrino que se dirigía a Compostela, o a cualquier otro santuario, salía de su casa a pie (o a caballo si podía permitírselo). Al igual que los demás viajeros, los peregrinos utilizaban la red de vías de comunicación, sumándose al número de usuarios de la ruta. Su itinerario dependía de la presencia de santuarios y de centros de acogida, desgranando así a lo largo de su camino todo un rosario de santos y santas, fuese o no Compostela el objetivo final de su peregrinaje.

 

Todos los santuarios que visitaban los peregrinos gozaban de un determinado nivel de notoriedad y atractivo en función del poder milagroso de las reliquias que en él se conservaban.  Los milagros embebían estos lugares; prodigios necesarios para recordar periódicamente el poder del santo o de la santa y garantizar la fe y la prosperidad del santuario.


La rica y apasionante historia de estos santuarios y devociones confirma la importancia que tenían entonces estos lugares, pudiendo constituir una destinación en sí mismos, sin estar sistemáticamente reducidos a la función de hito en el camino hacia el santuario compostelano.

 

Dibujar el mapa de los “caminos de peregrinaje” supone simplificar una realidad histórica cambiante y fijarla, como se ha hecho con los caminos de Santiago en el siglo XX a partir del libro V del Codex Calixtinus.

 

Hay que entender la multiplicación actual de caminos hacia Compostela – 60 000 km de caminos han sido balizados como “caminos de Santiago de Compostela” en Europa – como una nueva fase de la larga historia de este peregrinaje, prueba de su vitalidad.

 

En la actualidad, cualquier peregrino que desee adentrarse en este universo sólo tiene que abrir los libros de historia y descubrir aquellas humildes devociones y tradiciones locales. Los caminos que llevan a Santiago de Compostela, en Galicia, tal y como los conocemos hoy en día, son una invitación a abrir las puertas de iglesias y monumentos para conocer la Historia.

 

Porte ouverte

Los caminos contemporáneos hacia Compostela

La fuente de los caminos contemporáneos… un manuscrito

 

El Codex Calixtinus, también llamado Liber Sancti Jacobi, es un manuscrito del siglo XII conservado en la biblioteca-archivo de la catedral de Santiago de Compostela. La obra se divide en varios libros :
  • Libro I : antología de textos litúrgicos y sermones sobre la vida del apóstol Santiago
  • Libro II : recopilación de 22 milagros atribuidos a Santiago
  • Libro III o Libro de la Traslación : relato de la evangelización de España, del martirio y de la translatio (desplazamiento) del cuerpo de Santiago hasta Galicia
  • Libro IV o Pseudo-Turpin : historia de Carlomagno y de Roldán
  • Libro V: identifica cuatro caminos en Francia que los peregrinos seguían para ir a visitar el cuerpo de Santiago
El libro V, atribuido en Francia al clérigo Aimery Picaud (únicamente autor de un himno en los anexos del Codex), pero indudablemente escrito en la escuela compostelana, conoció una difusión sin precedentes desde su publicación en 1880, y tras su traducción en francés en 1935 con el título sensacionalista de Guía del peregrino. Es este último libro el que hoy en día sigue acaparando la atención, pero que debe ser considerado con circunspección.

 

En ausencia de la imprenta, la difusión del Codex Calixtinus fue escasa, y al ser poco reproducido, no tuvo ninguna influencia real sobre los peregrinos. Sin embargo, el interés de su libro V es relevante: constituye un pintoresco testimonio de la experiencia de los peregrinos y viajeros, y procura interesantes observaciones sobre los países que atraviesan, las costumbres medievales y los santuarios, gracias a los maestros o escolares que lo redactaron.

 

"Son cuatro los caminos a Santiago que en Puente la Reina, ya en tierras de España, se reúnen en uno solo. Va uno por Saint-Gilles, Montpellier, Toulouse y el Somport; pasa otro por Notre-Dame-du-Puy, Sainte-Foy de Conques y Saint-Pierre de Moissac; un tercero se dirige allí por Sainte-Marie-Madeleine de Vézelay, por Saint-Léonard de Limousin y por la ciudad de Périgueux; marcha el último por Saint-Martin de Tours, Saint-Hilaire de Poitiers, Saint-Jean-d’Angély, Saint-Eutrope de Saintes y la ciudad de Burdeos.El que va por Sainte-Foy y el de Saint-Léonard y el de Saint-Martin se reúnen en Ostabat y, pasado Port de Cize, en Puente la Reina, se unen al camino que atraviesa el Somport y desde allí forman un solo camino hasta Santiago."
(Capítulo I del Libro V, Codex Calixtinus)

Aunque el Codex Calixtinus proporciona una lista de hitos destacados y describe cuatro rutas que los peregrinos siguen para llegar a Compostela, no debe confundirse con una guía con el significado contemporáneo del término.

El Codex es sobre todo simbólico: indica cuatro puntos de origen en territorio francés que evocan los cuatro puntos cardinales, y describe principalmente la parte hispana del camino, cuando los peregrinos siguen un único y mismo camino (9 de los 11 capítulos).

Las primeras guías propiamente dichas aparecen con el desarrollo de la imprenta (hacia 1450). Estas primeras guías, entonces comúnmente llamadas “itinerario” o “libro de ruta” de Aviñón, de Brujas, etc., no incluían mapas sino una lista de localidades sucesivas.

Libro de la ruta de Aviñón©B. Delhomme

 

Del Codex Calixtinus a las actuales rutas de senderismo

Desde la segunda mitad del siglo XIX, el libro V del Codex Calixtinus ha estimulado la imaginación de los historiadores, que lo han estudiado en busca de pistas para reconstituir la red de itinerarios utilizados por los peregrinos y que han conseguido inventariar :

  • Rastros del paso de peregrinos: tumbas de peregrinos, testimonios escritos, libros de rutas de cofradías, etc.
  • Patrimonio jacobeo: lugares dedicados a Santiago, estatuas, vidrieras, pinturas, etc.


Los historiadores vieron en las rutas utilizadas por los peregrinos de Santiago una vía de difusión de determinadas formas de arquitectura y de una literatura de epopeya (la Canción de Roldán, por ejemplo).


Estos estudios han permitido cristalizar una realidad milenaria y en constante evolución a través de mapas que han servido de fundamento para trazar los caminos que hoy conocemos.

 

El desarrollo del senderismo a partir de los años 1950 inspiróla idea de restablecer la tradición medieval. En un mundo donde el automóvil es rey, la invención de la ruta de senderismo ha permitido asegurar el recorrido de los senderistas.

A partir de 1970, los itinerarios jacobeos inspirados en la “Guía del peregrino” y creados siguiendo los itinerarios pensados por los historiadores se han materializado en rutas de senderismo. Su trazado, garantía de confort y seguridad, es el resultado de un compromiso entre la historia y la realidad actual. Se trata de evitar carreteras asfaltadas, coches y propiedades privadas; de tener en cuenta la capacidad de acogida y el interés estético de los lugares que atraviesan.

 

La proliferación de itinerarios compostelanos y la eclosión espontanea de caminos hace necesaria la elaboración de una clasificacion de los caminos. No por ello debemos hablar de caminos secundarios: todos ellos tienen su carácter y su grandeza.

En Francia, los itinerarios jacobeos son a menudo senderos de gran recorrido GR® balizados por la Fédération Française de la Randonnée Pédestre (Federación Francesa de Senderismo).

Algunos itinerarios jacobeos son trazados y cuidados por asociaciones y no llevan el sello GR®: son los llamados “itinerarios peregrinos”. Entre ellos se encuentran la Via Arverna en la región Auvergne, el enlace entre Rocamadour y el itinerario de Vézelay pasando por el Périgord, los “caminos catalanes” creados por el Consejo Departamental de los Pyrénées-Orientales, la “vía de la Charente” creada por el Consejo Departamental de la Charente, etc.

 

En Europa, 305 caminos reconocidos como caminos de Santiago están hoy en día variadamente balizados; frecuentados y valorizado.



 

Algunos mitos

Los peregrinos salían del Puy, de Arles, de Vézelay o de Tours

La teoría de los cuatro caminos que llevan a Compostela, cada uno con un punto de salida cada definido; es muy contemporánea. El peregrino medieval salía de su casa y, o se dirigía a uno de los hitos principales del camino como a menudo hace el peregrino actual; o se dirigía al camino principal más próximo.

En los siglos XI y XII, Saint-Martin de Tours, Notre-Dame del Puy-en-Velay, Sainte-Madeleine en Vézelay, los Alyscamps de Arles, como Notre-Dame de Rocamadour, Saint-Michel en Bari, y más tarde Saint-Antoine-en-Viennois o Sainte-Catherine de Fierbois, y muchos otros santuarios, fueron objeto de gran devoción y centros de peregrinaje: el Puy-en-Velay por su Virgen Negra, Tours por sus reliquias de san Martín, Vézelay por sus reliquias de María Magdalena, Arles por su necrópolis o la leyenda según la cual Carlomagno  había sepultado allí a varios de sus caballeros muertos en Roncesvalles…

Los peregrinos seguían unas de las rutas que aparecen en la guía de Aimery Picaud

En realidad puede que hubiera tantos itinerarios como peregrinos. Estos últimos se desplazaban de santuario en santuario, atraídos por la reputación de las reliquias y por la ayuda que encontraban en su camino.

Los peregrinos no seguían las recomendaciones de la “guía” puesto que no la conocían: fue muy poco copiado y su difusión e influencia fueron muy débiles al no contar todavía con la imprenta.

Había millones de peregrinos…

Es imposible cuantificar con exactitud el número de peregrinos que fueron a Compostela en la Edad Media: por esa razón, resulta problemático establecer estadísticas de la frecuentación a la tumba del apóstol en esa época.

Sin embargo, en la actualidad sí es totalmente posible: en 2019, la archidiócesis de la catedral de Santiago de Compostela recibió 347 578 peregrinos.

El peregrinaje a Compostela se desarrolló gracias a la Orden de Cluny

La Orden de Cluny no se ocupó de la circulación de peregrinos, sino de propagar la reforma gregoriana en España. Sus abadías crearon vínculos políticos y económicos a ambos lados de los Pirineos.