Estas distinciones conllevan una responsabilidad de preservación de los caminos de Santiago de Compostela frente a una comercialización exacerbada y frente a las prácticas del turismo de masa que despojarían la práctica existencial del peregrinaje de su significado.
Desafortunadamente, diversos factores contribuyen a la desnaturalización de un símbolo cultural cuya pérdida nos perjudicaría a todos; entre ellos la publicidad estereotipada, la promoción a base de planes de marketing inadaptados y desarraigados, el incremento de itinerarios por motivos económicos o de prestigio, la mercantilización de productos no relacionados o de baja gama, el boom mediático, la falta de coordinación entre los diferentes actores, la proliferación de iniciativas poco cualitativas, la falta de profesionalidad, el sectarismo, etc.
Los caminos de Santiago de Compostela, inscritos tanto en España como en Francia en la Lista del patrimonio mundial de la UNESCO y declarados “Itinerario cultural europeo” por el Consejo de Europa, constituyen un patrimonio humano y vivo.
Estos caminos vehiculan valores como la solidaridad, el sentimiento de pertenencia a una civilización común y el deseo de lograr un miso objetivo.
Son lugares de predilección tanto para el peregrinaje espiritual como para la organización y la valorización del turismo cultural.
Tenemos por lo tanto una responsabilidad para con las generaciones futuras. Cada uno de nosotros, individuos, grupos, colectivos informales o instituciones, asociaciones, hosteleros, senderistas, peregrinos, turistas, habitantes, etc. Todos somos los verdaderos guardianes de este patrimonio y de sus valores.
